Balas Perdidas (Parte I)

Vértigo

Esmeralda

en la superficie de tus dedos

se mece el precipicio

sobre mi cuerpo

el impulso a las caídas libres

una y otra vez

una y otra vez

el vértigo que provoca

tu boca

ya saciada de mí

Esmeralda

no renuncio a tu recuerdo marchito

te mantengo prisionera

deslizándote por cada ángulo de mi ser

como el cubo que rebota sin escapatoria

en la pantalla de mi ordenador

 

 

Resurrección

domingo de volver a los mitos

al intento de apalabrar el origen

a la excusa de hacernos sentido

cuando ya nos habíamos acostumbrado

a estar huérfanos de todo

 

En la banca

un grupo de palomas

se disputan desesperadas

las migajas que por golpe de suerte

arrebatan con sus afilados picos

desde la cima de los arbustos

los ruiseñores

observan la escena

enmudecidos

 

A un desconocido

Me agradas

porque te finges forastero

en mis espacios conocidos

por pasearte aun entre sombras

y todavía no hacerte luz

por susurrarme en mis canciones

por mecerte al son de mis

desveladas pestañas

y por querer convertir mis abrazos en tu casa

Me agradas

porque sin saberlo

bebes a sorbos lentos

la melancolía de mis días grises

y porque imagino que besas con la

intensidad que palpan las palabras

porque andas sin brújula

porque nos desordenan los mismos deseos

y porque a la distancia

nos atrevemos a soportar el peso de la ausencia

Me agradas

porque algún día se nos caerá el disfraz

y ya no habrá sitio para esconderse

a lo mejor no será hoy

por eso

miro a los extraños a los ojos

con la esperanza de alguna vez

tropezarme contigo

 

 

Réquiem

Se visten de blanco

Para conmemorar un día

Que si tuviera rostro

Apedrearían hasta verlo sangrar

Así de hipócritas son

Mientras tanto

yo

Instalada en el epicentro

Desde donde gravita el desastre

A modo de consuelo

Me uno al rito

Convertida en apacible aguacero

Para quien me lea

En medio de las ruinas

Por Aidalís Rivera Quiñones